lunes, 1 de febrero de 2016

EUREKA ¡¡¡

EUREKA ¡¡¡
Quien puede abstraerse de tan atractivo entuerto. Todo español tiene un entrenador de futbol en su interior, y un politólogo también. Los resultados de las urnas son claros y el mensaje emitido por el pueblo también. La incompetencia de nuestros políticos no deja lugar a dudas, que día tras día se empeñan en personalizar la situación.
Puestos a personalizar, me pongo a pensar en quien puede y debe solucionar esta crisis política. Alguien que este fuera de toda sospecha y para quien España está por encima de todo y de todos. A estas alturas ya habrán descubierto de quien estoy hablando, de S.M. el Rey D. Felipe VI.
Felipe VI cuenta con el mejor de sus asesores, su padre D. Juan Carlos I. Personaje a quien la historia aun le debe el reconocimiento que se merece y que en un momento tan complicado como la transición supo entender las particularidades de su pueblo, sus complejos, grandezas y defectos. Pero D. Juan Carlos, que reinaba pero no gobernaba, supo elegir al mejor candidato, al más preparado y leal de entre sus súbditos para acompañarle en esa aventura. Estoy hablando de Adolfo Suarez.
Y he aquí que de repente tengo una visión. Veo a D. Felipe VI y a D. Adolfo Suarez… Illana, codo con codo haciendo una segunda transición que devuelva a España a su cordura política dentro de un marco constitucional que necesita una profunda reforma. Exactamente igual que lo hicieran sus padres 40 años antes. Se conocen perfectamente, están preparados, tienen muy buenos ejemplos que seguir y tienen sentido de estado. Está claro que será una legislatura corta, la imprescindible para acometer las reformas constitucionales y del estado necesarias antes de unas nuevas elecciones generales.
¿Y por qué no? Suarez Illana, del PP, el partido más votado el 20N. Político por devoción a la figura histórica de su padre y no por buscarse una pensión. Alejado de la primera línea política, no está muy lejos de las esferas de poder de Génova. Mariano Rajoy podría en la distancia, mantener intacto su perfil político y no sufrir desgaste, Jefe del Partido Popular y cabeza visible del mismo, puede emplearse mejor en refundar su partido. Que falta le hace…
Pedro Sánchez consigue que Rajoy no sea presidente (gana) y al no serlo él, también mantiene su figura política a salvo de desgastes (no pierde). Durante la legislatura tendría el tiempo suficiente para hacer una muy, muy larga precampaña sin tener que deber favores a nadie.
Pero y en el hipotético caso en que se aceptara mi propuesta… ¿Cómo configuraríamos el nuevo gobierno? Sencillo, repartiendo en concordancia y en contraposición. Y me explico:
Justicia, sería un buen ministerio para Albert Rivera. Ciudadanos, a quien aun no se ha visto en faena dentro de la política nacional, podría demostrar que la Justicia es igual para todos. Ni PSOE, ni PP, ni CIU, ni los Puyol, ni D. Iñaki Urdangarin. Presidencia también sería un buen ministerio para Cs, entre otras cosas porque Suarez Illana debe tener un colchón que le libere de presiones internas. Defensa, al ser políticamente neutro tampoco supondría una gran carga. Si lo hacen bien se pueden encumbrar.
Exteriores para el PP por la continuidad siempre bien agradecida en los foros internacionales. Interior para el PSOE.
Economía y competitividad PP, Hacienda y AAPP al PSOE que podría perseguir a los defraudadores a sus anchas y reorganizar las Administraciones Publicas haciéndolas más eficientes y modernas.
Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente al PP, sencillamente porque siempre se han considerado temas de la Izquierda. Industria, energía y Turismo al PSOE. Este ministerio necesita reinventarse.
Sanidad PSOE y Educación PP, porque no se puede tener todo.
Y por ultimo empleo al PP y fomento PSOE.
Evidentemente este reparto de poder podría ser aceptable. En esa legislatura que se prevé corta, no da tiempo a profundas reorganizaciones, pero si da tiempo a poner las cosas en su sitio y a hacer más agiles las estructuras de poder perdiendo algo de peso burocrático y funcionarial.
El perfil de los ministros es clave, deben ser dialogantes, con criterio y en la medida de lo posible poco influenciables. Los grandes líderes pueden, quedándose al margen, buscar entre los suyos a los más aptos para que se vayan rodando, o bien reservar a sus mejores bazas para las reformas de calado que requieren profundas reestructuraciones y legislaturas largas.
Y para hacer todo esto posible es absolutamente necesario garantizar los gobiernos autonómicos y locales con abstenciones puntuales o si fuera necesario creando un organismo con presencia mayoritaria de Cs, que gestione como un árbitro aquellas posiciones enquistadas, más propias de la oposición cerrada que de la salida constructiva. Hay que buscar soluciones consensuadas.
Todos ganan y nadie pierde. Si nuestros políticos no son capaces de entender la situación y lo que nos estamos jugando en este momento no deben dedicarse a esto.



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