EUREKA ¡¡¡
Quien puede abstraerse de tan
atractivo entuerto. Todo español tiene un entrenador de futbol en su interior, y
un politólogo también. Los resultados de las urnas son claros y el mensaje
emitido por el pueblo también. La incompetencia de nuestros políticos no deja
lugar a dudas, que día tras día se empeñan en personalizar la situación.
Puestos a personalizar, me pongo
a pensar en quien puede y debe solucionar esta crisis política. Alguien que
este fuera de toda sospecha y para quien España está por encima de todo y de
todos. A estas alturas ya habrán descubierto de quien estoy hablando, de S.M.
el Rey D. Felipe VI.
Felipe VI cuenta con el mejor de
sus asesores, su padre D. Juan Carlos I. Personaje a quien la historia aun le
debe el reconocimiento que se merece y que en un momento tan complicado como la
transición supo entender las particularidades de su pueblo, sus complejos,
grandezas y defectos. Pero D. Juan Carlos, que reinaba pero no gobernaba, supo
elegir al mejor candidato, al más preparado y leal de entre sus súbditos para
acompañarle en esa aventura. Estoy hablando de Adolfo Suarez.
Y he aquí que de repente tengo
una visión. Veo a D. Felipe VI y a D. Adolfo Suarez… Illana, codo con codo
haciendo una segunda transición que devuelva a España a su cordura política
dentro de un marco constitucional que necesita una profunda reforma.
Exactamente igual que lo hicieran sus padres 40 años antes. Se conocen
perfectamente, están preparados, tienen muy buenos ejemplos que seguir y tienen
sentido de estado. Está claro que será una legislatura corta, la imprescindible
para acometer las reformas constitucionales y del estado necesarias antes de
unas nuevas elecciones generales.
¿Y por qué no? Suarez Illana, del
PP, el partido más votado el 20N. Político por devoción a la figura histórica de
su padre y no por buscarse una pensión. Alejado de la primera línea política,
no está muy lejos de las esferas de poder de Génova. Mariano Rajoy podría en la
distancia, mantener intacto su perfil político y no sufrir desgaste, Jefe del
Partido Popular y cabeza visible del mismo, puede emplearse mejor en refundar
su partido. Que falta le hace…
Pedro Sánchez consigue que Rajoy
no sea presidente (gana) y al no serlo él, también mantiene su figura política a
salvo de desgastes (no pierde). Durante la legislatura tendría el tiempo suficiente
para hacer una muy, muy larga precampaña sin tener que deber favores a nadie.
Pero y en el hipotético caso en
que se aceptara mi propuesta… ¿Cómo configuraríamos el nuevo gobierno? Sencillo,
repartiendo en concordancia y en contraposición. Y me explico:
Justicia, sería un buen
ministerio para Albert Rivera. Ciudadanos, a quien aun no se ha visto en faena
dentro de la política nacional, podría demostrar que la Justicia es igual para
todos. Ni PSOE, ni PP, ni CIU, ni los Puyol, ni D. Iñaki Urdangarin. Presidencia
también sería un buen ministerio para Cs, entre otras cosas porque Suarez
Illana debe tener un colchón que le libere de presiones internas. Defensa, al
ser políticamente neutro tampoco supondría una gran carga. Si lo hacen bien se
pueden encumbrar.
Exteriores para el PP por la continuidad
siempre bien agradecida en los foros internacionales. Interior para el PSOE.
Economía y competitividad PP,
Hacienda y AAPP al PSOE que podría perseguir a los defraudadores a sus anchas y
reorganizar las Administraciones Publicas haciéndolas más eficientes y modernas.
Agricultura, Alimentación y Medio
Ambiente al PP, sencillamente porque siempre se han considerado temas de la
Izquierda. Industria, energía y Turismo al PSOE. Este ministerio necesita
reinventarse.
Sanidad PSOE y Educación PP, porque
no se puede tener todo.
Y por ultimo empleo al PP y
fomento PSOE.
Evidentemente este reparto de
poder podría ser aceptable. En esa legislatura que se prevé corta, no da tiempo
a profundas reorganizaciones, pero si da tiempo a poner las cosas en su sitio y
a hacer más agiles las estructuras de poder perdiendo algo de peso burocrático
y funcionarial.
El perfil de los ministros es
clave, deben ser dialogantes, con criterio y en la medida de lo posible poco
influenciables. Los grandes líderes pueden, quedándose al margen, buscar entre
los suyos a los más aptos para que se vayan rodando, o bien reservar a sus mejores
bazas para las reformas de calado que requieren profundas reestructuraciones y
legislaturas largas.
Y para hacer todo esto posible es
absolutamente necesario garantizar los gobiernos autonómicos y locales con
abstenciones puntuales o si fuera necesario creando un organismo con presencia
mayoritaria de Cs, que gestione como un árbitro aquellas posiciones
enquistadas, más propias de la oposición cerrada que de la salida constructiva.
Hay que buscar soluciones consensuadas.
Todos ganan y nadie pierde. Si
nuestros políticos no son capaces de entender la situación y lo que nos estamos
jugando en este momento no deben dedicarse a esto.